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Justin Timberlake contagia Sevilla de energía y nostalgia millennial en su único concierto en España

El cantante hace vibrar a la capital andaluza en la inauguración de Icónica Fest, apoyándose en los temas que lo hicieron triunfar hace dos décadas

Justin Timberlake durante su concierto en el Icónica Santalucía Sevilla Fest. / ÓSCAR ROMERO (ICÓNICA)
Eva Saiz

Cuarenta grados pasadas las 22.30. El bochorno apretaba en la Plaza de España de Sevilla y aunque Justin Timberlake invitó a sudar a las 16.000 personas que abarrotaban el recinto diseñado por Anibal González para la Exposición Universal de 1929, él solo se quitó la cazadora en el último tema. Si tenía calor solo se notó en el sudor que empezó a asomar en su rostro en el ecuador del show. En la hora y media que duró su único concierto en España después de 20 años sin visitar nuestro país, el intérprete norteamericano no paró de cantar, de bailar ni de sonreír. Un derroche de energía a ritmo de R&B y funk con el que se metió al público en el bolsillo.

Y en buena medida porque atrajo su atención desde el principio con algunos de los temas de sus primeros álbumes en solitario —Justified, FutureSex/LoveSound y The 20/20 experience— que se han convertido en himnos del pop de la primera década del siglo XXI y que eran los que sabía tararear la mayoría de los asistentes. Arrancó con Mirrors, que enlazó sin solución de continuidad con Cry Me a River. Y no necesitó más: Sevilla entera se entregó y no solo porque el público se sintiera reconocido en esa nostalgia millennial que invadió el Parque de María Luisa, sino porque Timberlake les regaló desde el primer momento su repertorio de movimientos y agudos inalcanzables, arropado, eso sí, por los 14 músicos de la potente banda que lo acompañaba, The Tennessee Kids.

Justin Timberlake, durante su concierto en el Icónica Santalucía Sevilla Fest.

Con este concierto, Timberlake inauguraba la quinta edición del Iconica Santalucía Sevilla Fest, un certamen que, como ha destacado su director, Javier Esteban, se ha consolidado como un referente cultural de la capital andaluza, hasta el punto de ser el tercer evento en impacto económico, después de la Semana Santa y la Feria.

El objetivo de esta gira, The Forget Tomorrow Tour, era promocionar su último álbum, Everything I Thought It Was, estrenado en marzo del año pasado, y con el que Timberlake pretendía volver a lo más alto de unas listas de éxito esquivas desde hace casi una década. El plan no le ha salido exactamente como estaba previsto, quizás también por las adversidades que se le han ido acumulando a lo largo de 2024: primero, las memorias de su ex Britney Spears, que desveló que él la instó a abortar, desmitificando así la versión que él dio en Cry Me a River, donde la presentaba a ella como infiel; y después, y sobre todo, por su detención mientras conducía borracho. De hecho, muchos de los asistentes al concierto de este viernes en Sevilla desconocían que el cantante hubiera sacado nuevo disco.

Y probablemente él tampoco quería mucho que se supiera y por eso centró la mayor parte de su repertorio en sus grandes éxitos. Y no se equivocó, porque los temas nuevos —No Angels, Play y un hermoso acústico de Selfish, tres de una veintena— apenas fueron seguidos por el público, que parecía hasta un poco ausente en esos momentos y que, sin embargo, cayó rendido con My Love, Summer Love o Suit&Tie. “¿Cuántos me habéis acompañado estos últimos 25 o 30 años? Quiero mostraros mi agradecimiento y cuánto os quiero. Soñaba con esto cuando era pequeño. Gracias por hacer que los sueños de un chico de Tennessee se hayan hecho realidad”, se sinceró Timberlake.

Escuchando los temas que lo ratificaron como estrella, tras su paso por la boyband NSYNC, de alguna manera, el público sevillano se retrotrajo a dos décadas atrás, cuando esas canciones acompañaban un tiempo de esperanza donde en el futuro no se vislumbraba la gran recesión ni una precariedad casi perpetua que ha hecho a esa generación millennial darse de bruces con una realidad muy distinta la que soñaba cuando escuchaba a Timberlake, convertido entonces en el chico dorado del pop mundial. Pero esa melancolía no se trasladó al escenario. De su actuación no se desprendió en absoluto que Timberlake sea un artista en decadencia. Al revés, fue un perfecto showman. Incombustible e impecable en cada una de sus interpretaciones, contagió su entusiasmo a toda la Plaza de España.

Es más, el cantante, al que a veces se le reprocha su falta de interconexión con el público, no paró de conversar con él, animándolo a corear cánticos futbolísticos. Incluso invitó a cantar el cumpleaños feliz a una seguidora que, cartel en mano, le pedía hacerse un selfi como regalo de su…. Han adivinado: 40 aniversario. Más o menos, la media de edad de la mayoría de los presentes. “Vamos a cantar, a bailar, a enamorarnos, a bailar y a cantar más”, les animó, abusando de su sonrisa pícara.

Justin Timberlake, durante su concierto en el Icónica Santalucía Sevilla Fest.

El momento de mayor comunión llegó cuando sonaron los primeros acordes de Can´t Stop the Feeling, de la banda sonora de Trolls y su último gran éxito, uno de los pocos temas que se corearon casi de principio a fin. También fue interesante la microsesión que pinchó el DJ Andrew Hypes, que suele acompañar a Timberlake en sus giras, y que mezcló algunas de las colaboraciones más conocidas del cantante, con 50 Cent, Nelly Furtado o Madonna ―de cuando no había productor o intérprete que no quisiera tener un tema con él, otra vez la nostalgia― y a las que la trompeta y el trombón de The Tennessee Kids dieron una dimensión distinta y sorprendentemente empastada.

Pero Timberlake no solo cantó y bailó, también cogió la guitarra en My Love y Selfish y se puso detrás de los teclados con Señorita. Un tema en el que se constató el virtuosismo de los metales y la percusión de la banda, que le robaron el protagonismo al intérprete. Los músicos y los cuatro cantantes que lo acompañaron fueron también, en cierta medida, cómplices de que Timberlake pudiera encubrir su voz con la de ellos y tomar aliento en medio de tantos pasos y coreografía. Pero cada vez que se puso el micrófono delante de la boca demostró que sus falsetes y su potencia vocal siguen incólumes.

El colofón llegó con un apoteósico Sexy Beat, donde a Timberlake no le quedó ya más remedio que quitarse la cazadora. El cantante puso fin así a una actuación dinámica, entretenida y muy evocadora.

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Sobre la firma

Eva Saiz
Redactora jefa en Andalucía. Ha desarrollado su carrera profesional en el diario como responsable de la edición impresa y de contenidos y producción digital. Formó parte de la corresponsalía en Washington y ha estado en las secciones de España y Deportes. Licenciada en Derecho por Universidad Pontificia Comillas ICAI- ICADE y Máster de EL PAÍS.
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