Leire Díez: ¿momento lechuga de la política española?
El Gobierno no sabe reaccionar, pero la oposición tampoco purga sus errores


Se acerca un momento peligroso en nuestra vida política, uno de esos tiempos en que los ciudadanos más predispuestos a la convivencia en paz y a que nos dejen tranquilos mientras nos dedicamos a lo nuestro no encontramos ni referentes ni aliados ahí arriba.
Los mayores del lugar recordamos etapas parecidas, en los noventa, cuando Felipe González se fue quedando sin fuelle mientras arreciaban enormes escándalos de corrupción, y más recientemente, hace una década, cuando otros casos gravísimos asediaron a Mariano Rajoy hasta la moción de censura.
Los que hoy acechan al Gobierno son dispares, desde el que afecta al que fue su mano derecha durante muchos años, el exministro Ábalos, de tamaño mayúsculo, al de su esposa o su hermano, altamente dudosos. La novedad que estos días sacude el tablero es, sin embargo, un salto cualitativo que no comprenderemos si no nos lo explican mejor: una militante del PSOE con conexiones en Ferraz y cargos recientes en empresas públicas ha ido buscando trapos sucios sobre figuras de la UCO y la Fiscalía que investigan casos que afectan al presidente o sus aliados, según El Confidencial. Palabras mayores.
Las explicaciones son casi peores: la susodicha ha dicho que investigaba como periodista para preparar un libro sobre hidrocarburos (pobre profesión). Y el PSOE le abre un expediente. En fin. Sumado a la maniobra del líder socialista extremeño, que ha apartado a cinco personas para ser diputado y aforarse ante lo que se le viene encima por el caso del hermano del presidente, el aspecto de este momento es como el de esa lechuga que la prensa pronosticó que iba a durar más que Liz Truss. Todos mirando a la hortaliza y a la premier británica a ver quién se descomponía más rápido.
Pero hay más razones para la desesperanza. Tanto González como Rajoy tuvieron enfrente alternativas fuertes y creíbles para sucederles, gustaran o no. En el caso actual, sin embargo, enfrente hay un líder acuciado por las sombras de Ayuso y, mordiendo cerca, por la xenofobia de Vox. La apelación de Feijóo a la protesta en las calles mientras el novio de la presidenta madrileña es procesado y Mazón se aferra al poder a pesar de su incompetencia es todo menos un faro en la noche.
A un lado, por tanto, tenemos un Gobierno estancado, acorralado por las informaciones en prensa y la actividad judicial, que no sabe reaccionar. Al otro, una oposición echada al monte que tampoco sabe purgar sus errores. Y en medio, nosotros, ciudadanos que necesitamos pisos, trabajos y salarios dignos, atrapados en esa polarización. Momento extraño.
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